viernes, 17 de abril de 2009

Presentacion al Pregonero de Jesús Nazareno en Sabiote

Queridos paisanos:


Sabiote olía a cereal, las eras se habían convertido en lugar donde los agricultores guardaban con celo el sudor de todo un año. Fruto de la tierra que habría de dar de comer a hombres y mujeres. Los viejos rulos de chapetas, giraban una y otra vez sobre la parva de trigo o cebada. El ábrego había hecho su aparición y algunos aventaban, la horca al viento y la pala iba dibujando el pez de grano. A la espalda los caracoles, recién encalados, guardaban los aperos de la trilla y refrescaban el agua de la botija.

Fue entonces en aquel 7 de agosto, de 1929 que vino al mucho Ginés Torres Navarrete. Su madre una piadosa ama de casa recibió el retoño con la alegría de quien se siente premiada por el cielo. Junto a ella Luis, hombre de ojos claros vivarachos, dicharachero, de un gracejo especial.

El calor de la calle contrastaba con el frescor de la casa, los muros de José Molina hacían más soportable el calor del verano. Allí los ojos de dos niños: Manuela y Miguel, quedaban atónitos ante el misterio de la vida, la cigüeña había traído un nuevo hermano o ¿quizás, había sido el agricultor Luis, quien en las viñas de la Vega, bajo los sarmientos de una cepa , en un capacho, había encontrado al pequeñajo Ginés?

Fueron sus primeros años felices, y más aun, con la llegada de un cuarto hijo al matrimonio: Agustín. Años estos, que sirvieron a Ginés para aprender las primeras letras y conocer los números.

La sin razón del ser humano, quiso que Ginés, aún sin cumplir los siente años, conociera el horror de la guerra. A esta edad, comenzó a dar los primeros pasos como historiador. En su memoria están grabados capítulos de nuestro Sabiote, que no aparecieron nunca en libro alguno, y que con buen criterio, se llevará a la tumba.

Su generosidad, ya por todos, hoy conocida, se dejaba ver en aquellos tiempos de miseria. Mi madre contaba, como anécdota, cómo Ginés pagaba de sus ahorros, a plazos, en la tienda cercana, los apargates a los pobres que se encontraba descalzos por la calle.

Entre cuerzos de aceitunas, orzas de chorizos, morcillas en aceite, guindillones secos, ristras de ajos, roscos de blanquete y tinajas de vino, el chaval va creciendo. Su juventud son los recuerdos de caminos embarrados en invierno durante la recolección de aceituna, y el polvo de las veredas en verano, en la acarrea de la siega.

Pese a tener todas las posibilidades, tanto económicas, como de capacidad intelectual para haber hecho carrera, la máxima de entonces era otra, había campo, y éste necesitaba brazos. Fue así que injustamente, como tantos otros paisanos, no pudo estudiar.

La llegada a su vida de Lucía López de San Martín, con la que casaría y con la que tendría 4 hijos: Luis Juan, Ana Mª, Francisco Javier y Miguel Ángel, fue para él decisivo. Comienza su labor como historiador, El ratón de biblioteca que lleva dentro, no le deja un solo instante, su afán por conocer nuestros orígenes, llegar al principio de todo, le conduce a pasar miles de horas entre archivos y legajos.

En 1967, ve la luz su manuscrito “Breve Historia de la Villa de Sabiote”, ¡un regalo de Ginés al pueblo de Sabiote! Son escasas las villas y ciudades, que por aquellos años, pueden presumir de tener un historiador que les glose sus hazañas y ensalce su historia.

Hoy esa joya de libro es guardada como oro en paño. “El libro de Sabiote”, como se le conoció hasta que hizo su aparición su “Historia de la Muy Leal e Ilustre Villa de Sabiote en 1995, sirvió como fuente de documentación a estudiantes y entusiastas de nuestra historia.

Tenía yo seis años, cuando por primera vez comprendí con orgullo que algo grande pasaba, mi tío Ginés había entregado a los sabioteños diez años de su vida y parte de su hacienda, con el único afán de entregar a sus paisanos un legado único. Por primera vez, Sabiote tenía historia impresa, un lugar donde bucear en sus grandezas y en sus miserias, tan nuestras unas, como otras. La “Breve historia de la Villa Sabiote” de Ginés de la Jara Torres Navarrete, nunca, una breve historia, hizo tanta historia.

A partir de su bautizo como historiador, Ginés, en su casa de Torreperogil sigue dejándose la vista y rebuscando en los archivos, todo lo que fuere relativo a la Loma.
Su labor de historiador, la compagina con su profesión de agricultor, pues ésta y no aquélla la que ha hecho posible dedicar tanto tiempo a la investigación. Historiador, agricultor y articulista, colabora con ABC de Sevilla, El diario Jaén, el Ideal de Granada. Siendo corresponsal de Sabiote y Torreperogil. Miles de artículos en los que nos va dando a conocer, personajes curiosos, dichos y refranes, fiestas populares y religiosas, trabajos inéditos, es así, como poco a poco, Ginés va despertándonos a los Sabioteños el amor por lo nuestro, por nuestra intrahistoria. Aparecen en nuestras vidas personajes tan distintos como San Januario o Miguel Mota, Es así que los sabioteños vamos dejando el complejo y nos enorgullecemos de nuestro castillo con sus murallas, de nuestras iglesias, de las casas nobiliarias, de nuestro albaicín… de nuestra gente…de nuestra Villa.

Pero Ginés no sólo amó a Sabiote, sus nueve tomos de “História de Úbeda en sus Documentos”, su “Historia de la muy Ilustre Villa de Torreperogil”, sus numerosos textos publicados, sus colaboraciones en infinidad de revistas, sus conferencias, sus ya mencionados artículos periodísticos, sus trabajos de investigación, un bagaje que sería imposible en este momento nombrar. Todo ello, justifica que la hermana mayor, Úbeda, rindiera honores al noble caballero Ginés de la Jara, quién con su pluma infatigable, había conseguido sacar a la luz lo que estaba en poder de las tinieblas. El reconocimiento a su labor, se plasmó con el nombramiento de Hijo Adoptivo de Úbeda.

Como era de razón, un año más tarde, su pueblo Sabiote, también agradecía tantas hora de dedicación, con el nombramiento de Hijo Predilecto. Y cómo no, el tercero de los hermanos Torreperogil, no ha mucho, y en acto entrañable, convertía a Ginés en el primer sabioteño que conseguía ser Hijo Adoptivo. Tres pueblos orgullosos de tenerte como hijo, también nosotros compartimos esa alegría, de que sientan como suyo, lo que parieron las tierras de Sabiote.

No sólo la Loma se rinde a su saber, ante tan sabio historiador, sus trabajos exceden de nuestras fronteras, de ahí que sea nombrado miembro correspondiente del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas de Lima en Perú. De igual manera es reconocido como Miembro honorario de la Corporación Internacional de Amigos de la Genealogía de Quito (Ecuador). Ya por tierras castellanas, en el Monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) fue cruzado Caballero Hijosdalgo del Río Ubierna e Infanzón de Vivar del Cid.

Todo lo dicho hasta hora, hace mención a una parte de su trabajo. Hasta aquí, Ginés de la Jara Torres Navarrete, era justo que mencionara sus logros, si bien casi todos vosotros ya teníais conocimiento de ellos.

Ahora permitidme que le hable a mi tío Ginés. Como dije al principio siempre estuve orgulloso de ti, cuando tenía ocasión de mencionar tu nombre lo hacía, para mí ser sobrino tuyo, era una felicidad añadida a mi vida, y aunque no soy digno siquiera de limpiar el polvo de tus zapatos, veré siempre en ti un camino a seguir. Tú que has sido capaz de trabajar por tu pueblo con generosidad, con limpieza de corazón, con la verdad por delante, con la llaneza de los hombres grandes que se van haciendo así mismos.

En mis recuerdos están la Semana Santa, y en ella tú. Te levantabas temprano para ver salir el Nazareno, volvías a Torreperogil y de nuevo a las doce aparecías tú, con tu cordón blanco y negro acompañando a tu hermandad el Cristo de la Expiración.

No puedo olvidar, tío Ginés, cuando nos llevabas al Bombero Torero.
No puedo dejar de lado, cuando venías con tu Citroen y nos recogías a los sobrinos y a la abuela Ana María y disfrutábamos unos días en vuestra casa, con su fuente taza y su patio cubierto de flores.
No borraré de mi memoria los jueves, cuando vivías en Úbeda, una vez a la semana me acercaba al piso y allí hablabas de tus trabajos, tus descubrimientos, tus proyectos y yo escuchaba atentamente, ni las lentejas que la tía Lucía preparaba, que me sabían a gloria.
No dejaré en el tintero tus artículos en el Mirador, ¡cuánta grandeza, cuánto honor!, un historiador de tan reconocido prestigio, confiando su talento a dos estudiantes en Granada que se las daban de periodistas.
No callaré tu generosidad, aquella noche de la que nunca me hablaste, y que sé de ella por casualidad, aquella noche tú tenías a dos hijos, y sin embargo apostate por mí.
Así eres tú, tío Ginés, un buen hombre, un alma bendita, cuyas puertas siempre están abiertas a quienes llaman, dispuesto a seguir mostrándonos algún nuevo secreto de la historia.
Hoy con tus ochenta años eres todo un mozo, tienes una gran vitalidad y mucho que dar aún.
Quiero que sepas que ellos tienen la suerte de tener a Ginés de la Jara Torres Navarrete como paisano y amigo, pero yo además, te tengo como Tío. Gracias, muchas gracias tío Ginés. ¡Que Dios te bendiga!

Luis Morcillo Torres

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